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Mision visión y valores Juanma Conde. Coach

Misión

Facilitar, a través de conferencias, cursos, talleres y acompañamiento, el desarrollo creativo de la mejor versión de personas y equipos, mediante herramientas de Coaching, PNL, Inteligencia Emocional y Mindfulness. Desde una relación de confianza y cercanía en donde los objetivos del cliente son mis objetivos.

Facilitar el desarrollo creativo de la mejor versión de personas y equipos

Visión

Ser un facilitador de desarrollo personal de referencia, especializado en generar espacios creativos que ayuden a las personas a conectar con lo esencial de sí mismos.

Generar espacios creativos
Valores Juanma Conde Coach
  • Amor

    Es el motor de la vida. “Enamorarme” de cada cliente, de cada proyecto, me ayuda a ver lo mejor en él.

    “El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada. Y es, a través del amor, que el momento llega.”

    Rumí

  • Humildad

    Todos tenemos algo valioso dentro. La vida está llena de maestros de los que aprender. Y habitualmente, uno enseña lo que necesita aprender.

    “A través del orgullo nos engañamos a nosotros mismos.”

    Carl Gustav Jung

     

    “Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande.”

    Rabindranath Tagore

  • Eficacia

    El tiempo es casi lo único que tenemos en la vida. Aprovecharlo con las herramientas más eficaces es un signo de respeto al cliente.

    Cuentan que un hombre murió de hambre y al morir bajó primero al infierno y el demonio le preguntó:

    –¿De qué has muerto, hermano?

    –He muerto de hambre —le contestó el hombre—.

    –Pues ven que te vamos a dar de comer —le contestó el diablo mostrándole un comedor precioso, con una gran mesa repleta de los más suculentos manjares—. Si te quedas con nosotros siempre tendrás toda esta comida —le dijo tratando de convencerle—.

    Pero había algo que no encajaba: todos los comensales que estaban sentados a la mesa estaban más flacos y demacrados que él. Entonces fue cuando se dio cuenta de lo que sucedía: estaban atados a la silla ante la comida pero tenían atados en una mano un cuchillo de un metro y en la otra un tenedor de la misma medida y por más que lo intentaban no conseguían ponerse la comida en la boca. Aquel era su tormento: habían muerto de hambre y ahora estaban ante la comida pero no podían comer.

    El hombre cuando vio aquello subió al cielo a ver qué le ofrecían.

    Al llegar, San Pedro le preguntó:

    –¿De qué has muerto, hermano?

    –He muerto de hambre —contestó el hombre—.

    –Pues ven, que te daremos de comer —le dijo San Pedro, mostrándole un comedor similar con los mismos manjares.

    Los que se encontraban allí tenían los mismos cuchillos y tenedores atados a las manos, incluso las personas parecían las mismas, pero éstas se veían bien alimentadas, felices, contentas y el hombre pensó: ¿cómo es posible que en la misma situación los resultados sean tan distintos?

    Fue entonces cuando se dio cuenta de dónde estaba la diferencia: los de abajo eran unos egoístas que solo se preocupaban de comer ellos, aunque no lo lograran y los de arriba, cogían la comida con su largos cubiertos y se la daban al de enfrente y éste les alimentaba a ellos.

  • Honradez

    Atreverse a ser y dar simplemente lo que uno es y puede dar.

    Una madre llevó a su hijo de seis años a casa de Mahatma Gandhi.

    Ella le suplicó:

    – Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar. Es diabético y arriesga su vida haciéndolo. A mí ya no me hace caso y sufro por él.

    Gandhi reflexionó y dijo:

    – Lo siento señora. Ahora no puedo hacerlo. Traiga a su hijo dentro de quince días.

    Sorprendida la mujer, le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido.

    Quince días después, volvió con su hijo. Gandhi miró al muchacho a los ojos creando una gran conexión y le dijo:

    – Chico, deje de comer azúcar.

    Agradecida, pero extrañada, la madre preguntó:

    – ¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después? Podía haberle dicho lo mismo la primera vez que vino.

    Gandhi respondió:

    –Hace quince días, yo comía azúcar.

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