Inteligencia Emocional
Uno de los estudios que más claridad me ha aportado a la hora de entender al ser humano ha sido el relacionado con la Neurociencia y la Inteligencia Emocional.
Los grandes avances científicos sobre el funcionamiento del cerebro y de las emociones nos desvelan un mapa enormemente complejo y tremendamente productivo si sabemos cómo hacerlo funcionar a nuestro favor. Tenemos un Ferrari dentro de nosotros, pero habitualmente nos cuesta trabajo dirigirlo cuando pasa de 30 kms/h. La inteligencia emocional te ayudará a pilotar tu propio Ferrari.
Habitualmente, tanto en las formaciones que doy como en Coaching & PNL, ofrezco una mirada de la realidad desde la comprensión del funcionamiento de nuestro cerebro y emociones para facilitar nuevas posibilidades a las personas.
“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”
¿Por qué tener en cuenta la Inteligencia Emocional?
Diversos estudios demuestran que el coeficiente intelectual representa un 20% de los factores determinantes del éxito. El 80% restante depende de otros factores y en gran medida de la inteligencia emocional. Así, la capacidad de automotivación, de perseverar en un empeño a pesar de las frustraciones, de gestionar los impulsos, diferir las gratificaciones, regular los propios estados de ánimo y la angustia, empatizar y confiar en los demás, parecen ser factores mucho más determinantes para la consecución de una vida plena que el coeficiente intelectual.
“Cuando trabajamos para actuar en base no a nuestras emociones sino a nuestras elecciones, es cuando actuamos en libertad.”
Así pues, tomar conciencia de estas capacidades y desarrollarlas generan un valor muy satisfactorio en las vidas de mis clientes.
Poco a poco se van incluyendo nuevas formas de percibir la realidad que condicionan las emociones que vivimos. Emoción deriva de una palabra latina que significa “emovere”, poner en movimiento, activando las funciones internas del organismo y nuestro comportamiento externo.
“El neurocientífico Antonio Damásio, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2005, afirma que las emociones tienen dos funciones biológicas. La primera tiene que ver con producir una reacción específica para la situación que la induce, es decir, coordinar un comportamiento determinado –por ejemplo, el miedo a un animal induce una respuesta automática de huida-. La segunda razón biológica tiene que ver con el cuerpo y cómo la emoción regula las funciones internas que preparan en el cuerpo esa reacción específica. Así la emoción nace en la mente pero coordina el cuerpo y el comportamiento.”
Tomado del libro “Con Rumbo Propio” de Andrés Martín Asuero.
La verdadera libertad surge de la propia capacidad para gestionar las emociones a nuestro favor
Las emociones automatizan muchos comportamientos en nuestras vidas. Y ello tiene una función positiva para el ser humano. Pero ¿qué ocurre cuando nuestras respuestas a la vida no son constructivas para nosotros o nuestro entorno? La verdadera libertad surge de la propia capacidad para gestionar las emociones a nuestro favor, ya sea en el momento previo, a la hora de percibir la realidad o en el momento posterior de responder a ella, teniendo en cuenta lo que siento, pero sin dejarme condicionar por ello.
Habitualmente trabajo en las dos líneas aportando herramientas para que las personas puedan gestionar sus emociones en busca de una mayor libertad.