Descubriendo la belleza del Mindfulness

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Hace unos días he estado realizando una formación intensiva en el MBSR de Mindfulness (Mindfulness based stress reduction), un paso más, en mi proceso de capacitación para poder facilitar el MBSR, curso pionero en Mindfulness del centro Médico anti estrés del Hospital de la Universidad de Massachussetts.
Compartir una semana residencial de formación intensiva, centrado en la práctica del Mindfulness, con gente de toda España, Inglaterra, Portugal y Argentina ha sido una experiencia enormemente enriquecedora en lo que me parece esencial en la vida: generar un mundo en el que las personas sean más felices porque están más profundamente conectadas consigo mismas y con los demás.

Por supuesto, el curso ha tenido esa parte en la que se despieza minuciosamente el MBSR para poder impartirlo. Pero creo que, si bien este detalle lo hace enormemente profesional, lo que lo hace brillante es la apuesta por hacer pasar a los formandos por una experiencia vital en la que se han puesto de relieve las competencias para poder facilitar el MBSR de Mindfulness. Ya lo decía Gandhi: “Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, las tendencias en el mundo también podrían cambiar. Tal y como un hombre es capaz de transformar su propia naturaleza, también cambia la actitud del mundo hacia él. No necesitamos esperar a ver lo que hacen los demás”. O como se ha resumido esta idea: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

Es, por otra parte, muy satisfactorio sentirme parte de este gran movimiento global que, con el Mindfulness, busca poner una mayor consciencia y conciencia a todo lo que vivimos, facilitando experiencias más profundas de nosotros mismos y de lo que vivimos frente a la tendencia a la superficialidad y al titular.
En este sentido, me gustaría destacar la aportación que el Mindfulness hace a la construcción personal en lo que tiene de integración bondadosa de todas las tendencias que hay en el ser humano. La clave de vivir el momento presente sin juzgar, facilita a medio plazo una enorme inteligencia emocional, pues desconecta los automatismos y permite tener conciencia de las emociones que vivimos y acogerlas en su contenido, claves fundamentales en la regulación emocional.
Por último, he visto tanta belleza en las personas de mis compañeros e instructores, que ha quedado en mí la alegría de la confianza en las posibilidades y capacidades del ser humano. Cuando contactamos con nuestras profundidades, surge una belleza que roza lo ilimitado. Disfrutad de ella…